Aneurisma intracraneal

Un aneurisma cerebral es un ensanchamiento anormal de una arteria del cerebro producido por la debilidad de la pared del vaso sanguíneo. Esto hace que aumente el riesgo de rotura, pudiendo provocar una hemorragia potencialmente mortal. La prevalencia de los aneurismas cerebrales se estima entre el 1,5 y el 8% aunque, la mayoría, no muestran síntomas hasta que se hacen grandes o se rompen.

Los aneurismas intracraneales son relativamente comunes y, la mayoría, no crean problemas de salud y no causan síntomas. Por ello, muchos no son nunca diagnosticados y pueden ser detectados durante pruebas que se realizan para otras afecciones.

Se desconocen sus causas exactas, pero sí que se han identificado importantes factores de riesgo que pueden contribuir a su desarrollo. Entre ellos, destacan:

• Edad avanzada.
• Tabaquismo.
• Hipertensión.
• Abuso de drogas.
• Consumo excesivo de alcohol.
• Sexo, siendo más frecuente en mujeres.
• Traumatismos cerebrales.
• Determinadas infecciones por microorganismos.

Además, aunque de forma mucho menos frecuente, los aneurismas pueden estar relacionados con determinadas patologías como trastornos del tejido conjuntivo (Ej: síndrome de Ehlers-Danlos), la enfermedad renal poliquística o malformaciones arteriovenosas congénitas.

En la mayoría de los casos, los aneurismas intracraneales son asintomáticos, especialmente cuando son pequeños. Sin embargo, cuando son de gran tamaño pueden ejercer presión sobre los tejidos pudiendo provocar dolor, pupila dilatada, cambios en la visión o entumecimiento de un lado del rostro.

En ocasiones, los aneurismas intracraneales se rompen, provocando una sintomatología más severa que pueden incluir:

• Dolor de cabeza repentino y muy intenso.
• Náuseas y vómitos.
• Rigidez del cuello.
• Visión borrosa y sensibilidad a la luz.
• Convulsiones.
• Piel pálida.
• Pérdida de conocimiento.

En estos casos se requiere el tratamiento médico inmediato.

La prevención de los aneurismas intracraneales pasa por controlar los factores de riesgo, sobre todo en personas de mayor edad y antecedentes familiares de la enfermedad. Entre ellos, se debe tener especial cuidado en los factores de riesgo cardiovascular y las enfermedades que pueden debilitar los vasos sanguíneos, como la diabetes, la hipercolesterolemia y la aterosclerosis. Además, se debe mantener un estilo de vida saludable, evitar el estrés y el consumo de tabaco y alcohol.