Consiste en una enfermedad hepática crónica progresiva caracterizada por la destrucción autoinmune de los conductos biliares que finalmente conducirá a cirrosis. Es poco frecuente con una incidencia estimada del 0,03%. No suele cursar con síntomas en el diagnóstico, o bien se tratará de una forma clínica insidiosa, no obstante, frecuentemente se acompaña de otras patologías autoinmunes.
Cirrosis Biliar Primaria
Se desconocen con exactitud las causas que desencadenan la cirrosis biliar primaria, sin embargo, los estudios sugieren que determinados factores ambientales pueden ser los responsables de desencadenar la respuesta autoinmune en individuos genéticamente predispuestos. Dentro de estos factores ambientales se incluyen las infecciones como las del tracto urinario, el tabaquismo o la exposición a sustancias químicas.
Adicionalmente, el género parece actuar como factor de riesgo ya que afecta en mayor proporción a mujeres. También parece existir una mayor frecuencia en personas de ascendencia europea del norte, aunque puede darse en población de cualquier etnia.
Síntomas
Muchas personas no presentan síntomas en las primeras fases y el diagnóstico suele ocurrir frecuentemente entre los 35-70 años a través de un examen de control rutinario.
En casos un poco más avanzados pueden presentarse manifestaciones inespecíficas:
- Cansancio o fatiga.
- Prurito o picor generalizado.
- Sequedad de mucosas, oscurecimiento de la piel.
- Dolor abdominal, muscular o articular.
- Presencia de xantomas (placas blanco-amarillentas alrededor de los ojos).
A medida que la enfermedad progresa, en etapas más avanzadas pueden observarse otros síntomas como:
- Ictericia (coloración amarillenta de la piel y del blanco de los ojos).
- Hinchazón de piernas, tobillos y pies.
- Hinchazón del abdomen por acumulación de líquido.
- Hemorragias en la parte superior del estómago o en la parte inferior del esófago (varices).
- Náuseas.
- Pérdida de peso.
- Orina de color oscuro.
Prevención
Dado que no se conoce la causa de la CBP no puede prevenirse, sin embargo, si pueden adoptarse las siguientes medidas para disminuir el daño hepático y ralentizar el daño progresivo:
- Dejar de fumar y evitar el alcohol y otras sustancias de abuso.
- Seguir una dieta sana y equilibrada:
- La elección de alimentos saludables podría incluir el consumo de alimentos ricos en vitaminas A, D, E y K y/o suplementos de estas vitaminas. Además, los alimentos ricos en vitamina D y calcio podrían ayudar a prevenir la osteoporosis.
- Entre los alimentos que hay que evitar se encuentran los mariscos crudos (por la posible presencia de bacterias), alimentos con alto contenido en sal, grasas y carbohidratos, especialmente los azúcares añadidos.
- Hacer ejercicio con regularidad, al menos caminar 30 minutos al día.
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13,5 millones de variantes
38 loci
Bibliografía
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